miércoles, 4 de abril de 2012

Mira mamá, sin dientes!

Cuando teníamos 13 años, a diferencia del resto de nuestras coetáneas, a mis amigas y a mi nos gustaba jugar al escondite, bajar al parque a coger ranas o entrar en un viejo matadero abandonado a intentar salvar gatitos tiñosos. También okupamos un local - vale que era en parte del padre de una de nosotras - para acoger a los felinos mientras les buscábamos un hogar. Además instauramos el "euro gatuno", una medida destinada a perder poder adquisitivo a fin de llevar a nuestras temporales mascotas al veterinario, que era muy majo y nos hizo la primera consulta gratis, pero luego nos empezó a dejar la notita.

Recuerdo esa época como una de las más divertidas de mi vida, aunque a un pequeño sector de nuestra cuadrillica le empezaba a molestar lo de dar parte de su paga y volver a casa con la culera del pantalón sucia.

No entendía qué encontraban de divertido el resto de grupos de amigas en ir a los recreativos y maquillarse como puertas para ir a sentarse en un bordillo de la Schweppes. La Schweppes era una plaza de cemento con una especie de rampas lúdicas. En ella había una tienda de chuches con una máquina de refrescos de dicha marca, de ahí el nombre. Cierto dia, el sector discordante de mi cuadrilla nos sugirió hacer por una vez lo mismo que el resto de cuadrillas, para ver si nos resultaba entretenido "madurar" - ellas lo llamaban así - . Nos quedamos ojipláticas, qué sentido tiene ir a una plaza de esas características a sentarse y ver cómo patinan los demás!!!!

Por aquel entonces había un grupito de chavales con estética rapera - skater, con sus ropas anchas, pendientes y demás,  siempre sobre unos patines aggresive de marca Roces, haciendo cabriolas sin parar.  Eso molaba un montón, la verdad. Se hacían llamar los "Roller", y en mi clase a la mitad de las chavalas les gustaba "el Hugo, el Patxi, el Salva (sic)".

Como éramos chicas flexibles e inteligentes aprendimos la lección: al día siguiente nos compramos unos patines. Pero claro, tú vas a tu madre, le pides unos patines y para tu cumple te caen unos California, que son puro guano. Y te das cuenta de que a duras penas te mantienes en pie sobre ellos ni suenan igual de bien al golpear la rueda contra el suelo que los de los Roller esos. De grindar ni hablamos. Así que, para que estén todas contentas, ya nos vamos a la plaza de al lado de mi casa a curtirnos y oye, os quedáis en un banco mirándonos.

¿Que a qué viene todo este rollo? Pues a que la semana pasada me compré unos ROCES TOKYO negros nuevitos. Yah, parecen botas de snow, cutrefuturista, de aspecto tosco y marimachil pero...se los debo a la Trisha prepúber.




A todo esto, aun no sé grindar.

2 comentarios:

  1. Yo era uno de esos rollers. De hecho fui uno de los 4 o 5 que nos quedamos cuando la fiebre de los patines desapareció a principios de la década pasada. Aún hay gente que nos conoce a la cuadrilla como "los Rollers", cosa que me llena de orgullo y satisfacción, y me provoca un ataque de melancolía, también. Del 98 al 2006, todas las tardes a la schweppes, todas.

    PD Ni sabía que se seguían vendiendo los Tokyo. En la época eran azules. Diseño top noventero. Un clásico.

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  2. Si me hubieras escrito hace 10 años qué felices habrían sido mis amigas! :p Ya lei en tu blog que patinabas alli, pero desconocía tu existencia...aunque visto lo visto en esa época te hartarías de ligar.

    Pues si, me puse a investigar a fondo y vi que Roces tuvo un bajonazo hace unos años y se tuvo que "reinventar", parece ser que el patinaje fitness - y sus diseños, me recuerdan a los que yo siempre he visto de la marca fila - está al alza. Total que ya no están los Roma, aunque los Atenas se parecen un montón. Los compré en Amazon.co.uk por sólo 40 L gastos de envío incluidos!

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