Hoy es el día. Treinta y cinco años después el Athletic vuelve a jugar una final europea. La primera vez fue la Juve la que nos bajó del
El fútbol a día de hoy poco tiene que ver con el que había en 1898, año de fundación del Athletic Club. Hoy es merchandaising, canteras globales, chavales de la Conchinchina que siempre soñaron con jugar en el - inserte aquí cualquier club- hasta que llega el Barça o el Manchester City de turno y les hace una oferta que no podrán rechazar. Pero entre esa jungla de cifras y egocentrismo existe un pequeño pueblo de irreductibles románticos: el Athletic Club de Bilbao. Un club con ciento catorce años a sus espaldas en la élite del fútbol única y exclusivamente con jugadores de la tierra. Un club con ligas y copas antes de que entrara la Ley Bosman. Un club en el que sus aficionados preferirían mantener una filosofía antes de ganar un título. Un club que pese a los especuladores pertenece a sus socios.
A lo largo de la historia muchos amantes del fútbol han valorado la especialidad del Athletic, desde L'equipe "Un caso único en el fútbol mundial" hasta Heynckes "El Athletic es como un Volkswagen - el coche del pueblo en alemán- en Fórmula 1" pasando por Valverde "Nosotros tenemos una ventaja sobre el resto, somos el Athletic". Y es que lo que nos hace diferentes, lo que para muchos es un hándicap, es nuestra fuerza. El compromiso e identificación de los jugadores con la elástica zurigorri y lo que ella significa es única, es un plus en el campo que hace que el Athletic haya salvado la categoría en situaciones angustiosas y que esta temporada luche hasta la extenuación para poder optar a conseguir dos títulos.
Es difícil caminar por una calle cualquiera de Bizkaia en la que las ventanas y balcones no estén adornadas con banderolas, los establecimientos portan banderas ondeando y los niños... toda la chavalería del cole de al lado de mi casa -el Zipiriñe - iba con la camiseta rojiblana. En el recreo todos querrán ser ese Muniain tirando el desmarque, ese Susaeta centrando y ese Llorente que cabecee la pelota ajustándola a la esquina de la portería del chavalito belga fichado-por-el-Chelsea-pero-que-juega-cedido-en-el-Atlético-de-Madrid. Aqui no hay fútbol global ni se habla de Cristiano ni de Messi.
Como ha dicho Bielsa, el Athletic "se retroalimenta con la ilusión colectiva", esa generación de chavales del Zipiriñe que va a vivir esta noche como si fuera la del 24 de diciembre, grabarán este partido en sus almas y soñarán con ser los héroes que repitan la gesta dentro de diez años. Saben que pueden.
Pase lo que pase esta noche, el Athletic ya ha ganado.